sábado, 12 de marzo de 2011

MUJERES - Muestra colectiva en la Facultad de Derecho - UBA

Esta es el resultado de una presentación que hice en el Museo Metropolitano de Buenos Aires. Allí presenté esta cartera transparente con los objetos que iba encontrando en las fotos que sacaba de las carteras femeninas.

Entonces les pedía a las mujeres algo que tuvieran en sus carteras que no estuviera allí y a cambio les entregaba una pequeña carterita hecha en resina, que estaban seriadas del 1 al 50.



lunes, 26 de mayo de 2008

Vuelven y serán millones!!!


Las carteras, claro. Aunque las tenía arrumbadas en algún rincón, las estoy desempolvando para colgarlas nuevamente.

El tema es que algunas estan hechas un desastre, así que se me ocurrió
pedirles amablemente que me presten algunas fotos del interior de las
vuestras (que no hace falta que la saque yo) y me las envíen a
claudiachiapino@hotmail.com así las subo.

De paso, les pido que les agreguen algunos datos, si quieren su nombre(pueden ser anónimas si lo prefieren), profesión, y que les interesó de la foto que enviaron. También, pueden contarme alguna historia sobre la cartera fotografiada.

Como las carteras en cuestión son sólo las femeninas, si los chicos quieren enviar, saquen fotos de las de sus madres, novias, hermanas, amigas, etc. Previo consentimiento, claro!!! Serán bienvenidas.

En breve presentaré una instalación sobre las carteras en el Museo Metropolitano de Buenos Aires y les haré llegar la invitación.

Espero sus fotos!!!!!!!!!!!!!

jueves, 11 de enero de 2007

Retomando




Y si. Me colgué. Es decir, colgué las carteras en una muestra y ahí quedaron... suspendidas. Y no es por falta de imágenes. Mucha gente ofreció exponer(se) el día de la muestra.

Me preguntaba si había algún objeto que se repitiera en todas las carteras, pensé que las billeteras, los maquillajes, los pañuelitos descartables (estaba pensando pedirle a determinada marca que me esponsoree debido a la frecuencia con que aparece en mis fotos).

No hay nada que sea común a todas, excepto el continente, la cartera. Tampoco la actitud de las mujeres se repite ante la fotografía, hay quienes se ríen y les parece algo raro, otras que quedan encantadas de mostrar lo que poseen. Algunas se muestran reticentes porque les parece que sus carteras están desprolijas, o vacías, o tienen algún objeto que resulte comprometedor.

En todos los casos, aclaro, la propietaria es anónima y es probable que vean que borronee el nombre de la mujer cuando esta aparece en la foto a través de su teléfono (generalmente), o en papeles y documentos.

También cuánto abren su cartera es una particularidad. Algunas no tienen reparos en desplegar todo lo posible la abertura, otras apenas la abren. Muchas acomodan lo que tienen para que se vea, y ¡hasta piden varias fotos porque los objetos son tantos que se caen hacia adentro y no pueden verse en una sola toma!

Y el lugar donde la ubican para la foto. La mayoría, hasta ahora, la apoyan sobre una mesa, o estante, otras, sobre su regazo. Algunas se la dejan colgadas del hombro o el antebrazo y abren la manija. El efecto es que las carteras más grandes se abren desparramándose sin timidez, las más pequeñas no permiten tanta apertura.

Incluso hay carteras que sus dueñas dijeron que les encantaba participar, pero en las dos o tres tomas realizadas la cartera aparece por la mitad (no sea cosa de mostrar más de lo que quiero).

De los contenidos nos seguiremos ocupando, que hay mucho por ver y por decir. A propósito, Uds. ¿que quieren decir?

Estudio Abierto 2005



Esta vez no les muestro un interior de cartera, sino de un containner trocado en sala de exposición, donde se encuentran... las fotos de las carteras, entre otras obras.
Esta muestra fue presentada en Estudio Abierto, y la idea de los containners está tomada de una exhibición realizada en Copenhague.
El nombre de este evento parece estar en concordancia con las fotos de las carteras, ya que también éstas representan el estudio de intimidades, con la necesaria apertura de los interiores de esta extensión del cuerpo femenino.
Los containners se encontraban a la salida del Apostadero Naval, entre éste y el embarcadero de Buquebus.
Estudio Abierto se realiza todos los años y rescata edificios históricos que son intervenidos por artistas de diferentes disciplinas. Hay pinturas, fotos, esculturas, instalaciones, teatro, danza, performances, charlas, clínicas de arte,
Además de las obras expuestas en todo el circuito, hay música y diferentes espacios, siempre relacionados con el arte, para disfrutar del mismo.
En el 2006 se realizó en el Palacio de Correos.
Este año, donde será???
Les recomiendo la experiencia...

Mami...




He aquí una cartera embarazada!
¿El tema femenino por excelencia?¿El mandato histórico por antonomasia? Ser madre es especializarnos en una función, por un lado animal, como la reproducción, y por el otro, cultural, como el desarrollo del discurso hegemónico que transmitiremos a nuestros hijos.

Quien no escuchó alguna vez que para ser una mujer completa hay que ser madre? A alguien se le ocurriría pensar que un varón no lo es en tanto no se convierta en padre?

La niña juega “a la mamá”, es adiestrada en su futura función social, la de cuidar, proteger a los otros. Nadie le regalaría un bebé a un niño para que aprenda como ser padre cuando sea adulto. Se considera que ser madre es una función natural de nuestro cuerpo. ¡Incluso se diferencia a las madres como “naturales” o “del corazón” en los casos de adopción!

Nuestro cuerpo se encuentra escindido en una sexualidad progenitora y otra erótica, que responde a la explotación excesiva que del cuerpo femenino hicieron los varones. Nuestras características físicas son reducidas a necesidades biológicas sin tener en cuenta nuestra condición humana e histórica.

Ni hablar del sexo de nuestros hijos. “Macho, dijo la partera!” es algo que se dice con admiración y en cambio a nosotras nos queda el degradante calificativo de “chancletas”. Para esta cultura patriarcal tener un hijo varón perpetúa la estirpe paterna.

Y claro, si es “lo más natural” ser madres, también se nos obliga a cumplir con ese rol aunque no lo hayamos deseado. Los métodos anticonceptivos son siempre tema de controversia, practiques o no alguna religión. No somos libres de decidir que hacer con nuestro cuerpo.

El Estado es el dueño del cuerpo femenino. Y miren como nos cuida el Estado que la primera causa de mortalidad materna es el aborto clandestino. Pero la educación sexual no se enseña en las escuelas. Mientras tanto Bielsa grita: “La Argentina es peronista, no abortista”.

Se nos adjudican características e instintos, entre ellos el materno. Otra vez una característica animal para describir, en todo caso, un sentimiento. Ese sentimiento nace del deseo pero no es algo mecánico. El instinto está devaluado entre las personas, tanto que si alguien se maneja por sus instintos es considerado un salvaje.

Por eso se juzgó tan duramente a Romina Tejerina. Su “peor delito” fue no haber aceptado que esa criatura era su hijo. Maradona puede decir públicamente que el hijo, que lleva su sangre, no es su hijo. Sólo se limita a enviarle dinero porque la ley lo obliga, un comentario que muestra una falta de absoluta responsabilidad paternal. Romina mató a su bebé. Ni siquiera pudo pensar otra opción, nadie le enseñó, nadie le dio la oportunidad.

Catorce años de cárcel para una niña que necesita más atención psiquiátrica que una prisión. Dos años para el que mató a una madre y su hija corriendo picadas...

Somos una sociedad sumamente hipócrita. Nos rasgamos las vestiduras por las aberrantes mutilaciones a las que son sometidas las mujeres musulmanas, como la clitoridectomía, pero en nuestro mundo occidental no se cuestiona tanto la histerectomía, la extirpación de ovarios, o la mastectomía.

Más aún, si la mujer ya no puede tener hijos se suponen órganos superfluos. No se considera una mutilación sino una práctica profiláctica. Hablo de la generalidad de las intervenciones quirúrgicas innecesarias que en su mayoría son practicadas por médicos varones.

Me queda hablar de las valientes madres salieron a pedir por sus hijos desaparecidos, las Madres de Plaza de Mayo. Las que exigieron y exigen justicia, las que vencieron el miedo que gobernó este “país de nomeacuerdo”. Para que no nos olvidemos de ellas, ni de sus hijos.

Contenido Cartera 6
Portacosméticos, billetera, celular, crema capilar, libreta universitaria, desodorante, revista Wipe con foto de bebé.

La menstruación no es una canción de Arjona




Parece, por los comentarios precedentes, que la asociación entre la vagina y la cartera nos pone un poco ansiosos, pero ya va a llegar el comentario acerca de ella, la temida y deseada vagina. Por ahora vamos a tocarla tangencialmente, para luego, profundizar.

Mientras escribo esto, veo que el Word no considera a la palabrita, vagina claro, y me la subraya en rojo. Anticipación electrónica del tema que nos ocupará hoy. En la foto de esta cartera podemos apreciar, entre la billetera y los cigarrillos, una toallita descartable. Esa que usamos durante el período menstrual.

Es interesante el lugar en el que se ubicó la pobre, entre el dinero y el “vicio”. Algo muy relacionado con la zona. Pero la cuestión es el período o ciclo menstrual, a veces una condena que nos genera varios tipos de incomodidades, a veces la grata señal de no estar embarazadas. Su falta también puede ser una buena noticia o el anuncio de otros malestares.

El signo que para nuestra cultura indica que “la nena ya es señorita”y esta apta para cumplir la función más importante en la que nos educaron, la de ser madres y cuidar el hogar y los hijos.

La forma en que nuestras madres nos cuentan de qué se trata esto de la menstruación, es toda una cuestión. Digo nuestras madres, porque rara vez lo hacen juntos mamá y papá, ni hablar de que un varón eduque a su hija en tales materias. Y mucho menos al varoncito, porque esos son “temas de mujeres”.

Mi vieja me sentó una noche, cuando mis hermanitos menores dormían, para contarme porque mi cuerpo estaba cambiando. En verdad fue una grata noche. Recuerdo mi avidez por conocer cada detalle, cómo, cuándo, porqué.

También me acuerdo de los relatos de otras niñitas a las que nadie explicaba que era lo que les pasaba y vivían su menarca con gran terror y culpa. O pensaban que se habían lastimado y se espantaban o pensaban que ese sangrado era por “la culpa” de haberse tocado “indebidamente” y todos la condenarían.

En cuanto a lo que saben los varones del suceso... claro decíamos que era un tema femenino. Incluso la publicidad aún muestra como las chicas se pasan una toallita a escondidas de los varones. No sea cosa que se enteren que somos normales. En mi casa, donde vivimos mujeres y varones, las toallitas son algo cotidiano y no las escondemos de la mirada masculina, sino que a veces, les pedimos que nos alcancen alguna.

Como en esta cartera, y seguramente en otras que aparecerán luego, podemos ver una toallita que se asoma con toda naturalidad. Nos quedan los mitos en torno a la menstruación, esos que dicen que las mujeres actuamos como locas durante el período, que no podemos realizar actividades habituales como practicar algún deporte, bañarnos, nadar, cocinar determinados alimentos ni debemos tener relaciones sexuales con penetración. Todos ellos con una carga muy discriminatoria y mutilante de nuestro placer.

Contenido Cartera 5
Cuaderno, DNI, dos billeteras, pañuelos descartables, Cd, agenda, libreta, cigarrillos, toallita femenina.

Vírgenes




Cuando comencé con estas “Meditaciones...” pensé que iba a subir una cada día, luego pensé que cada dos días, y, en realidad, veo que subo algún pensamiento cada tanto. Sabrán comprender las muchas limitaciones que no voy a detenerme en explicar. En todo caso, de vez en cuando echan un vistazo y se enteran.

Esta cartera se abre de manera engañosa. Parece que va a mostrarlo todo, pero no lo hace realmente y nos distrae con una imagen. La mirada, dirigida en principio hacia la forma sinuosa central, es conjurada por una estampita de la Virgen que nos aleja de la profana exposición. Incluso el precinto vacío parece hacerle de marco brillante para llamar nuestra atención.

Me preguntaba de dónde había salido una Virgen que desata nudos. Desconozco el origen de esta imagen, pero me hizo pensar en lo que dice Zygmunt Bauman, cuando habla de la fragilidad de las relaciones en estos tiempos y declara que esta es una época en la que uno no se pregunta como anudar una relación, sino como hacerla y deshacerla “sin perjuicio y sin cargo de conciencia”.

Pensé en los lazos rotos, las personas con las que dejamos de relacionarnos porque cambian de pareja. Y a lo mejor nos caían bien, y nos divertíamos con la novia de tal o el marido de cual. Un día dejaron de estar en las reuniones aquellos que antes andaban en par. Y, ¿no les pasó que los extrañaron? ¿que ya no era lo mismo que estuviera uno solo?

Pero, por sobre todo, aquellos lazos que anudamos hace mucho, pensando que sería para siempre, ¿es algo que pasó de moda? Entiendo que vivimos en una época en que los tiempos se aceleran, que nada se sostiene en el tiempo como antes, cuando pensábamos tener el mismo trabajo toda la vida, o al menos, hacer carrera dentro de la misma empresa o siquiera el mismo rubro. Todo cambia.

Los trabajos, las profesiones, los proyectos, las relaciones... La vida se nos hace más larga y los tiempos más cortos, ¿no es extraño? Muchas veces pienso que lo que dificulta sostener una relación en el tiempo se debe a que los proyectos en común son más cortos. Por otra parte, cuando nuestros abuelos se casaban sabiendo que estarían juntos para toda la vida, ese “toda la vida” eran unos 40 o 50 años. De hecho mi abuela, con dos matrimonios, nunca estuvo casada por más de 30 años. Pero ahora la expectativa de vida es mucho mayor. ¿Tendrá algo que ver?

Lo cierto es que es más fácil deshacer los lazos, de todo tipo, y lo relacioné con la “Virgen desatanudos”, porque al ver la imagen recordé que la parroquia donde van los seguidores de esta nueva Virgen antes respondía a los devotos de un santo, porque no tengo idea de donde sale o que tiene de milagroso desatar nudos, y si esta imagen en realidad está “aggiornada” a los tiempos que corren. Los tiempos de lo efímero, donde pierde valor lo construido porque lo virtual lo excede.

A lo mejor un día, nos encontramos con alguna Virgen mediática, cuyos milagros sólo puedan verse a través de Internet. O a lo mejor hoy estaba melancólica o impresionada de tanta cosa desanudada que al mirar el interior de la cartera, sólo pude reparar en los nudos borrosos que esta Mujer a la sazón desata.

Contenido Cartera
Papeles, billetera, tríptico Untref, DNI, precinto vacío de algún medicamento, celular, estampita de la Virgen Desatanudos

La primera trabajadora




Me impresionó mucho que los varones comentaran este espacio. De hecho me hizo tomar una mayor conciencia de que estaba develando algo muy íntimo, intrigante, misterioso.

Una amiga me dijo que incluso tenía cierta obscenidad.
Las fotos que se ven aquí pertenecen a las carteras de diferentes personas. A veces la mía, a veces la de una amiga, a veces la de alguien apenas conocida que se presta al juego de fotografiar el interior de su bolso.

También se puede repetir la cartera, porque algunas varían día a día, incluso a lo largo del día, y otras cambian sutilmente. Hay bolsos en los que hay que adentrarse profundamente para poder conocer sus secretos y otros que basta con abrirlos un poco para que exhiban su contenido sin reservas.

En este caso, es una pequeña mochila, que se abre sin pudor para mostrar... una agenda y un celular. Parece que tuviera pocas cosas, sin embargo estos dos objetos hablan mucho de nosotras. La dueña de esta cartera es una mujer dinámica, que se hace cargo de muchos temas.

Podemos imaginarla corriendo para cumplir sus obligaciones y recorriendo constantemente con sus dedos las teclas iluminadas del celular.
Las mujeres nos lanzamos a empresas inéditas, diferentes vínculos, nuevos modos de actuar, nos desenvolvemos en dos espacios laborales, uno rentado y el otro no, desplegamos varias tareas que componen en nuestra identidad.

Esta transformación de las mujeres imprime un cambio cultural. Algunos varones no aceptan ese giro y responden agresivamente, otros, por el contrario, colaboran con las mujeres en sus proyectos. Más allá de esto último, todavía se considera que los hombres pueden cooperar con las mujeres, pero estamos muy lejos de repartir las tareas equitativamente.

Es llamativo como nosotras podemos realizar las tareas de la casa y trabajar, pero nadie nos llama heroínas, incluso nadie ve nuestro trabajo doméstico si no lo hacemos todo el tiempo. Y a veces aunque lo realicemos todo el día. En cambio, cuando los varones “ayudan” con el cuidado de los hijos, las comidas y otros quehaceres, parecen héroes abnegados o sometidas víctimas.

No muchos están interesados en admitir y afrontar la inequidad que abruma la vida de las mujeres, con dobles y triples responsabilidades. Pocos varones están dispuestos a dejar de ser cuidados maternalmente por nosotras, a renunciar a su situación infantil. Muchos menos a cuidarnos de ese modo.

Las mujeres nos sentimos oprimidas cuando para acceder a la educación, el trabajo reconocido, la independencia y la capacidad de decisión, primero debemos cumplir con nuestra jornada de trabajo invisible.

En consecuencia, la emancipación femenina no es tal, sino que hemos sumado más responsabilidades, podemos ser personas pero sin olvidarnos de nuestras tareas materno conyugales. La división del trabajo es desigual genéricamente. Es evidente que las mujeres siempre trabajamos, ya sea en nuestra casa o en el ámbito público.

Las crisis impulsan los rasgos patriarcales, las mujeres somos las más expulsadas del ámbito laboral o nos hacemos cargo de la manutención de los varones desempleados. Ante esto, son muchos son los aspectos en que se manifiesta la rebeldía femenina.

Algunas mujeres deciden no casarse, vivir diferentes formas de conyugalidad, tener pocos o ningún hijo. Esto, obviamente, está supeditado a los círculos en los que nos desenvolvemos. Pero corremos el riesgo de perder la feminidad, de construir una nueva esclavitud, a través del retroceso, la impotencia, el rechazo o el dolor.

¿Qué sucedería si las mujeres reserváramos para nosotras mismas parte de la energía que consagramos a dar vida a los otros, para conseguir su aprobación, su ternura, su cuidado y mirada? ¿Qué ocurriría si aplicáramos tanta tenacidad a dar vida, confianza, y placer para nosotras mismas?

Contenido Cartera 3 (Mochila)
Agenda repleta de papeles
Celular.